Su nombre científico es Jasminum grandiflorum y pertenece a la familia de las Oleáceas.
Es originaria del Noreste de África y Sur de Arabia. El jazmín real se reconoce por aspecto arbustivo.
Resulta muy atractivo por la fragancia característica de sus flores blancas. Su aroma es suave, dulce y muy sutil. A muchos nos vendrán a la memoria grandes atardeceres de verano y momentos inolvidables.
Sí, para el que desconozca este detalle, tenemos neuronas olfativas que almacenan aromas.
Por eso, en algunas ocasiones, si nos llega alguna fragancia nuestra mente indaga rápidamente en nuestra memoria y localiza: momentos específicos del pasado, personas asociadas al aroma o simplemente recordamos algún momento vivido.
La extracción del perfume de jazmín suele hacerse a través del método de la ‘Enfleurage’. Éste es un procedimiento que extrae por disolución la esencia utilizando sustancias grasas, permitiendo así la absorción.
La durabilidad de la flor es de periodo corto, pero la floración es incesante desde final de primavera hasta comienzos del otoño. Y, según la localización geográfica, se podrá extender hasta iniciado el invierno.
Debido a la abundancia de su floración, se recomienda esta especie para arropar: rejas, muros o rejuelas. Aunque en los últimos tiempos también se suele utilizar el jazmín blanco para decorar pérgolas y columnas.
Es una especie de sol o semisombra. No resiste temperaturas inferiores a los -5ºC y se recomienda proteger de las duras heladas del invierno y del viento.
En cuanto al riego, en verano no deberá de tener el sustrato totalmente seco. Humedeceremos cada 2-3 días la tierra, sin producir encharcamiento.
En invierno, únicamente regaremos una vez a la semana, ya que es una especie que hiberna y ralentiza su crecimiento hasta comenzar la primavera.
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